“La ansiedad no es tu enemiga, solo es la forma que tiene tu cerebro de protegerte de lo que considera peligroso. Y todo lo que nos quiere proteger debe ser más bien nuestro amigo, no enemigo.”

En la ansiedad aparecen síntomas como la preocupación, sensación de inseguridad, dificultad o incapacidad para tomar decisiones, imposibilidad de concentrarse, confusión, desorientación, olvidos frecuentes. La ansiedad se ve acompañada de inquietud tanto física como psicoemocional, nos hace encoger, disminuir la respiración y endurecer el cuerpo de la cabeza hasta los pies.

La ansiedad se diferencia del miedo principalmente en que aquello que lo genera puede ocurrir, aunque no es muy probable que ocurra. Nos anticipamos a la situación, nos proyectamos hacia un futuro con el peor de los resultados. Dejando el poder de nuestro cuerpo a nuestra mente mediante la constante preocupación y este acaba bloqueándose y “dejando de respirar”.

Y… ¿qué hacer cuando la ansiedad llama a nuestra puerta?

Cuando sientas ansiedad haz esto:

  • Acepta aquello que no puedas cambiar, acéptalo. Te ayudará a no culparte ni responsabilizare de lo que no te corresponde, y si la ansiedad vino por eso, se irá.
  • Desconecta: toma distancia de las sensaciones a través de la meditación, de un paseo en el exterior, practicar una actividad deportiva o haciendo la técnica de los 5 sentidos.

La técnica de los 5 sentidos es la siguiente: Busca 5 cosas que se vean, 4 que oyes, 3 que sientes, 2 que hueles y 1 que saboreas. Única y exclusivamente, céntrate en cada una de estas cosas por lo menos durante 5 minutos.

  • Reconecta: Date cuenta del cambio de tu cuerpo y de tus pensamientos. Permítete ver que está en tus manos regularte. Tu cuerpo y tu mente no son peligrosos, solo debes escucharlos.
  • Aprende: Haz una toma de consciencia del proceso realizado y saca un aprendizaje de lo que te hace estar así. Te ayudará en la próxima vez que la ansiedad te desborde.
  • Para: La ansiedad viene a decirte que debes cambiar algo en tu vida que no funciona. Y empieza por tu manera de pensar. Gritará más cuanto menos sea el caso que le hagas.
  • Observa: tómate un tiempo para darte cuenta y entender por qué ha surgido la ansiedad en ti.
  • Decide: modificar aquello que si depende de ti modificar y hazlo a tu favor. Recuerda, la primera es tu manera de pensar. Cálmate, apártate durante unos minutos o el tiempo que necesites del tema, persona o situación que genera esa sensación de malestar en ti. Y enfócate en otra respuesta que te haga sentir mejor. Eso ayudará a que esa ansiedad que se disparó para “avisarte”, se disipe.

Recuerda que el equilibrio entre los sentimientos, emociones y pensamientos es algo que se aprende y nos acerca a la salud.

La prisa, el estrés, la rapidez, la inmediatez, el querer las cosas ya y ahora, dejarlo todo para último momento o evitando ciertas situaciones de nuestra vida ….son algunos de los detonantes o los ingredientes perfectos de la ansiedad.

Y la cura perfecta y duradera de la ansiedad es el presente, recuperando la capacidad de volver a disfrutar y estar presentes en lo que sucede en cada momento presente de la vida. Lo que implica no quedarse anclado en lo que fue, ni proyectarse con preocupación hacia el futuro. Tomar la decisión de dejar de sobrevivir para realmente vivir.

 

Cristina López Sanz, coordinadora área crecimiento personal en Ekke Viding

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